NamMiohoRengueKio

--PÁGINA NO OFICIAL--
Este blog tiene como único fin presentar artículos traducidos al español públicados por la Soka Gakkai Internacional y/o Daisaku Ikeda, Presidente de dicha organización. Este espacio no publica ni produce contenidos propios, solo es un intento de hacer llegar a hispanoparlantes los contenidos publicados por dicha organización originalmente en inglés. En cada artículo traducido, se incluirá la referencia al artículo original para que pueda constatarse el origen de dicha información.

domingo, 22 de abril de 2012

Espíritu de Reverencia por la Vida


WangariMaathai
por Daisaku Ikeda
La Doctora Wangari Maathai viaja alrededor del mundo exhortando a que se le dé importancia a nuestro medio ambiente, con el grito de guerra mottainai. Qué es lo que tiene esta palabra japonesa (que significa “qué desperdicio!”) que capturó la atención de la Doctora Maathai? En el momento en que vi su radiante sonrisa, en nuestro encuentro en el 2005, entendí inmediatamente porque Wangari también es conocida como la madre del Movimiento Cinturón Verde, una iniciativa comunitaria para plantar árboles en muchos países africanos. En los últimos 30 años, las mujeres pobres del campo se han unido a Wangari en el emprendimiento de plantar más de 30 millones de árboles a través de África. Son mujeres que deben levantarse muy temprano en la mañana y caminan muchas millas cada día, con sus hijos pequeños colgando en sus espaldas, en busca de agua y leña. Este movimiento que hace sus vidas más fáciles, y a su vez protege el medio ambiente natural, es de hecho un movimiento de las madres, para las madres y por las madres.
Es de esperar que Wangari, quien ha liderado este movimiento desde hace décadas, esté impresionada por la sabiduría de las madres japonesas como se ejemplifica por su sinónimo, mottainai.
Para las personas de mi generación, que vivieron durante la Segunda Guerra Mundial, la palabra mottainai nos recuerda a nuestras madres. Cualquier trozo de comida sobrante de la cena o de su preparación se transformaba por las manos de nuestras madres trabajadoras en una deliciosa golosina hecha en casa para llenar los estómagos de sus hijos en crecimiento. Los niños estaban orgullosos de llevar pantalones con parches de sus madres habían cosido en sus rodillas. Las madres eran maestras de una ciencia de la nutrición basada en el amor, de la economía doméstica basada en el ahorro y el ingenio.
Ese espíritu de cuidado de que nada se desperdicie, fue una de las más admirables virtudes del Japón de esos tiempos, y estaba íntimamente ligada con una ética natural de reverencia por la vida y consideración por los demás. Estoy seguro de que no soy el único que lamenta que se haya perdido ese espíritu, cómo una de las razones detrás de la pérdida de la humanidad, tan evidentes en nuestro mundo de hoy.
Mi esposa, que también experimentó la privación de los años de guerra, siempre se ha esforzado por ser ahorrativa y económica en la gestión de nuestro hogar. Ella nunca pierde ni siquiera un grano de arroz, y las sobras de la cena seguramente harán una segunda aparición en otra comida. El reciclaje es su segunda naturaleza, y ella siempre ha guardado cosas como papel de envolver y cinta para su reutilización.
Estos ejemplos ingenio e inventiva cotidianos puede parecer pequeños o insignificantes, pero las madres del mundo han utilizado esta sabiduría popular y el amor como eficaces instrumentos para mantener a sus familias y mejorar sus vidas.
Wangari también concibió su Movimiento Cinturón Verde desde la compasión y la preocupación por el futuro de sus hijos y por su patria de Kenia. Ella aplaude a las mujeres nobles, comunes y corrientes que participan en el movimiento como "guardabosques sin título". Su solidaridad comprometida y sus constantes esfuerzos en sus comunidades no sólo previenen la desertificación de África, sino también crean conciencia en cuestiones ambientales en las mentes de la gente de todo el mundo. Su servicio a la humanidad y la Tierra es muy superior a la de cualquier líder nacional. En un discurso pronunciado en nuestra universidad, Wangari dijo que los políticos, inevitablemente, intentan aprovecharse de la gente, y que es vital que el pueblo evite esto mediante su participación en el gobierno. Esto, de hecho, es cierto. Creo que la democracia en el siglo 21 debe basarse en el aprendizaje de la sabiduría de las madres, que son las verdaderas representantes del pueblo, y aprovechar al máximo posible la sabiduría de las mujeres.
Mi madre es también el punto de partida de mis actividades por la paz. Ella permaneció ecuánime y valiente, aun cuando cuatro de sus hijos fueron alejados de ella, uno tras otro, para combatir en la Segunda Guerra Mundial. Pero después de la guerra, cuando recibió la noticia de que su hijo mayor había muerto en los combates, su corazón se destrozó. Mientras viva, nunca olvidaré su dolor y tristeza en ese momento.
El dolor de una madre de buen corazón es el dolor de millones de madres. La guerra, que obliga a las madres del mundo a la sumisión y las somete a la inanición y a la amargura, nunca debe permitirse, no importa cuáles sean las circunstancias.
Plantar un árbol es sembrar vida; es promover el futuro, es promover la paz. Esta es una creencia que Wangari y yo compartimos en lo más profundo.
 “No importa cuan desesperada parezca la situación”, me dijo ella, “la luz de la esperanza puede brillar”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario