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Este blog tiene como único fin presentar artículos traducidos al español públicados por la Soka Gakkai Internacional y/o Daisaku Ikeda, Presidente de dicha organización. Este espacio no publica ni produce contenidos propios, solo es un intento de hacer llegar a hispanoparlantes los contenidos publicados por dicha organización originalmente en inglés. En cada artículo traducido, se incluirá la referencia al artículo original para que pueda constatarse el origen de dicha información.

lunes, 6 de agosto de 2012

AUTODOMINIO, por Daisaku Ikeda

Frases de Daisaku Ikeda publicadas en
http://www.ikedaquotes.org/self-mastery

Como el océano que se mantiene calmo en lo profundo aun cuando las olas arrecian en su superficie, y como el sol que continúa brillando en lo alto aún durante las tormentas, podemos en cada momento crear valor y desarrollar nuestro estado de vida, disfrutando de nuestra vida al máximo tanto en tiempos de sufrimiento como de alegría.


Lo importante es fijar firmemente nuestra atención en nuestras propias debilidades, sin huir de ellas, sino luchando contra ellas de frente y estableciendo una identidad sólida que no pueda ser influida por nada. El trabajo duro forja y pule nuestras vidas, por lo cual con el tiempo brillará con brillante fortuna y beneficios. Si se la deja en bruto, sin pulir, aún la gema más magnífica no brillará. Lo mismo se aplica a nuestras vidas.

Las personas que se mantienen firmes en el aquí y ahora, que no se ven derrotadas por sus limitaciones, que no se comparan a si mismas con los demás, que avanzan con confianza en el camino elegido: esas personas son felices, esas personas son realmente grandes.

Toda la gran literatura, antigua y moderna, es un puente que conecta a un ser humano con otro, un espíritu con otro. La calidad de nuestras vidas está determinada por cuantos de estos puentes podemos cruzar.

La gente no crece cuando su entorno es demasiado confortable, cuando no tiene desafíos. Es en medio del sufrimiento y el trabajo duro que la fuerza de carácter se forma.

Las personas que pueden admirar la verdadera grandeza es gente feliz. Abriendo las puertas de nuestro corazón podemos ampliar nuestros horizontes y fortalecer nuestra fe en la vida. Una ruptura en esta capacidad de apreciar y respetar a los demás puede conducirnos a la inflexibilidad y a la autoreferencia.

Cualquiera que tome una resolución descubre con el tiempo que la fuerza de esa determinación se va desvaneciendo gradualmente. En el momento en que sientas eso, es cuando debes tomar una nueva determinación. Dite a ti mismo: “OK! Voy a empezar nuevamente a partir de ahora”. Si te caíste siete veces, debes levantarte ocho. No te des por vencido cuando te sientas desanimado; solo levántate y renueva tu determinación cada vez.

El carácter no puede ser moldeado o tallado. Esto puede ser verdad desde una perspectiva médica en la que nuestros rasgos psicológicos y fisiológicos están generalmente determinados genéticamente. Saber esto, de todos modos, no le aporta mucho a nuestras vidas. Todo lo que importa es cómo podemos hacernos mejores a nosotros mismos aquí y ahora.

Una persona envidiosa no mira a aquellos que son más capaces que él ni aspira a mejorarse a si mismo; sino que se esfuerza por llevarlos a su mismo nivel. Los celos son simplemente un reconocimiento involuntario de los propios defectos y fracasos.

En la otra cara de la arrogancia reside la cobardía: una falta de coraje para enfrentar la realidad. Del mismo modo, la discriminación y la envidia son también las dos caras de una misma moneda. 

Muchos errores se cometen como resultado de la tendencia de las personas a ignorar, pasar por alto o descartar aquellos hechos que encuentran inconvenientes o desagradable.

Una persona que se domina a sí misma es verdaderamente libre. La libertad reside en el corazón de los sabios, el sometimiento en el corazón de los necios. 

Si te vuelves abúlico, te encontrarás restringido, sin importar cuan libre es el entorno en que vivas. Por el contrario, si te mantienes positivo, en actitud proactiva, te verás libre, no importa cuan restrictivo sea tu entorno. La verdadera libertad es el calibre o la capacidad espiritual que le permite a una persona enfrentarse con cualquier circunstancia.

Las personas de fuerza y capacidad genuinas son personas capaces de superar sus propias debilidades. Son personas que persiguen implacablemente los caminos que han elegido en su vida, sin darse por vencidos.

Las personas no deben vacilar en hacer su máximo esfuerzo, de una manera fiel a sí mismas ¿Cómo sabrás cuán rápido o cuán lejos puedes llegar si nunca corres a tu máxima potencia? Rendirte aun antes de haberlo intentado es realmente arrogante, un afrenta al magnífico poder de la vida en tu interior, y una falta de respeto a ti mismo.

Habrá momentos en los que los demás se verán envidiables. Pero los demás son los demás y tú eres tú. En lugar de comparar tus alegrías y tus tristezas con las de los demás, debes tratar de superar tus límites en la situación en que te encuentras en este momento. Aquellos que pueden hacer esto son los verdaderos vencedores en la vida.

Tu carácter está determinado por la manera en que te desafías a ti mismo, y como lidias con tus problemas, de una forma que es particularmente tuya. Así es como el carácter es pulido y se vuelve como un diamante.

Uno no puede volverse un protagonista de su vida si uno se deja llevar fácilmente por las propias emociones acerca de cosas intrascendentes. La fuerza del carácter reside en actuar en el teatro de la vida con coraje y confianza, practicando la reflexión y el autocontrol bajo cualquier circunstancia.

No se trata de los demás; es acerca de ti triunfando, y triunfando sobre ti mismo. Haciendo esto, brindarás inspiración y aliento a todos a tu alrededor.

Hay una tendencia humana a culpar a los demás antes de reflexionar acerca de uno mismo. Pero haciendo esto,  nunca encontrarás la verdadera causa del problema, y nunca lograrás un progreso real.

Así como un diamante solo puede ser pulido por otro diamante, es solo a través del genuino y completo compromiso con los demás que las personas pueden pulir su carácter, y ayudarse mutuamente a alcanzar las mayores alturas.

Solo cuando aprendamos a redirigir la energía que usamos para triunfar sobre los demás en triunfar sobre nosotros mismo, recién en ese momento podremos comenzar a desarrollar nuestra humanidad.

Una persona íntegra busca el autodominio; una persona obsesionada con el poder busca controlar a los demás. Una persona de integridad actúa, trabaja duro y lucha para superar su propia debilidad inherente; una persona dominada por su ansia de poder fuerza a los demás a trabajar en su propio provecho, no reflexionando nunca sobre si mismo.

La integridad humana está determinada por el corazón, no por la inteligencia.

La pregunta acerca de cómo vivir nuestras vidas y encontrar nuestro verdadero propósito en la vida, solo se puede responder haciendo esfuerzos consistentes por ayudar a otros a triunfar sobre las miserias que los afligen. Este es el camino del bodhisattva: esforzarse en bien de los demás mientras lucha por la propia autorealización.

No es importante cómo eres en comparación con los demás, sino cómo eres en comparación a cómo eras ayer. Si has avanzado aunque sea un paso, entonces has logrado algo importante.

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