La salud es un deseo universal de los seres humanos. Sin importar cuán rico y poderoso uno pueda ser, la salud, después de todo, es la cosa más preciada.
El Budismo reconoce que la enfermedad es uno de los más básicos sufrimientos que los seres humanos experimentan (como podemos verlo por su inclusión entre los cuatro sufrimientos del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte). En su búsqueda por liberar a las personas de este sufrimiento, la medicina y el budismo comparten este objetivo en común.
Los vínculos entre la mente y la enfermedad, la mente y la salud, son puntos en los que el Budismo y la medicina convergen.
El budismo no es simplemente un tipo de espiritualidad o una teoría abstracta. Los budistas de todas las épocas se han enfocado de lleno en la realidad de las enfermedades físicas y mentales, e intentado aliviar el sufrimiento de la enfermedad desde la doble perspectiva del Budismo y la medicina.
Aun así, es natural que el Budismo se refiera principalmente al rol de la mente en la enfermedad. Y a medida que aumenta la incidencia de enfermedades relacionadas con el stress, el vínculo entre la mente y la salud se pone aún más en relieve.
La salud no es simplemente una cuestión de ausencia de enfermedad. La salud implica un desafío constante. Creatividad constante. Una vida verdaderamente saludable es una vida prolífica, que avanza continuamente, abriéndose a nuevas perspectivas. Un espíritu imbatible es el que suministra la fuerza para continuar esforzándose hacia adelante.
Josei Toda, el segundo presidente de la Soka Gakkai, dijo una vez que hay dos problemas fundamentales en la gente de hoy en día. Uno de ellos es la confusión del conocimiento con la sabiduría, y el otro es la confusión de la enfermedad con la muerte.
El conocimiento y la sabiduría no son la misma cosa. Hay mucho que se puede decir acerca de la relación entre ambos. Con respecto al budismo y la ciencia médica, se puede decir, de manera muy general, que la medicina combate la enfermedad valiéndose del conocimiento científico. El budismo, por otro lado, desarrolla la sabiduría humana, para que podamos encontrar nuestro propio ritmo y fortalecer nuestra fuerza vital. Esto contribuye a la eficacia del tratamiento médico y también nos ayuda a vencer la enfermedad a través de nuestras propias facultades naturales de curación.
Pero es absurdo ignorar o negar la contribución de la medicina. De lo contrario, la fe se hunde en el fanatismo. Debemos utilizar sabiamente los recursos médicos en la lucha contra la enfermedad. El budismo nos da la sabiduría para usar la medicina apropiadamente.
La sabiduría es el ingrediente básico de la salud, de una larga vida y de la felicidad.
La enfermedad no conduce necesariamente a la muerte. La enfermedad nos puede obligar a examinarnos a nosotros mismos, nuestra existencia y nuestras vidas. Puede ser un motivador muy importante y valioso. Alguien ha dicho que una persona que nunca ha estado enferma sólo entiende la mitad de la vida.
El filósofo suizo Carl Hilty (1833-1909) escribe: "Así como el río desbordado remueve el suelo y enriquece los campos, la enfermedad agita y enriquece los corazones de todas las personas. Aquel que verdaderamente entiende la enfermedad y la supera se hace más profundo, más fuerte y más grande, y aprehende ideas y creencias que le eran incomprensibles antes".
La lucha contra la enfermedad nos lleva a comprender plenamente la vida humana y forja en nosotros un espíritu indomable. Yo mismo padecí una constitución débil desde que era un niño. Tuve la tuberculosis y, por esa y otras razones, no se esperaba que viviera más allá de los 30 años.
Pero esa experiencia me ayudó a entender a otros que están enfermos. Y es por eso que cada momento es tan valioso para mí, por eso he tomado la resolución de lograr todo lo que pueda mientras esté vivo sin perder ni un minuto, y por eso he vivido plenamente todos estos años.
Hay muchas personas cuyos cuerpos están sanos, pero sus espíritus están enfermos. Y también hay quienes sufren alguna enfermedad física, pero cuya fuerza vital interior es muy saludable. Todos nosotros experimentaremos alguna enfermedad durante nuestras vidas. Es por eso que es importante adquirir la sabiduría para poder lidiar con la enfermedad adecuadamente.
Aunque parezca contradictorio, desde la perspectiva budista la salud y la enfermedad no están separadas. Tampoco la vida y la muerte. Ellas son parte de un solo conjunto. Por esa razón, la perspectiva budista sobre la salud no se limita a esta sola vida. Su objetivo básico es una vida saludable a lo largo de las tres existencias del pasado, presente y futuro.
[© Seikyo Shimbun]
Daisaku Ikeda es el presidente de la SGI. Este artículo es extraído de la serie “Un Nuevo Siglo de Salud: el Budismo y el Arte de la Medicina”, realizado originalmente en el periódico Seikyo Shimbun de la Soka Gakkai en 1996.
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