Artículo publicado en http://www.sgiquarterly.org/feature2006Jan-9.html
El budismo enseña que el mismo poder que mueve el universo existe dentro de nuestras vidas. Cada individuo tiene un inmenso potencial, y un gran cambio en la dimensión interior de la vida de un individuo tiene el poder de influir en la vida de los demás y transformar la sociedad. Cuando cambiamos nuestra determinación interior, todo comienza a moverse en una nueva dirección.
La esperanza, en este sentido, es una decisión. Cuando poseemos el tesoro de la esperanza, podemos manifestar nuestro potencial interior y nuestra fuerza. Una persona con esperanza siempre puede avanzar.
La esperanza es una llama que cultivamos en nuestros corazones. Puede ser provocado por otra persona - por las palabras de aliento de un amigo, familiar o mentor - pero debe ser avivada y seguir ardiendo a través de nuestra propia determinación. Lo más crucial es nuestra determinación a continuar creyendo en nuestras posibilidades y dignidad ilimitadas, las nuestras y las de los demás.
Mahatma Gandhi lideró una lucha no violenta por la independencia de la India del dominio colonial británico, perseverando a pesar de todo. Él era, en sus propias palabras, "un optimista incontenible". Su esperanza no se basaba en las circunstancias, no aumentaba o disminuía de acuerdo a si las cosas parecían ir bien o mal. Por el contrario, se basaba en una fe inquebrantable en la humanidad, en la capacidad de las personas para el bien. Él se negó rotundamente a abandonar su fe en sus semejantes.
Como Gandhi demostró, mantener la fe en la bondad esencial de las personas, y esforzarse constante por cultivar esta bondad en nosotros mismos, son las claves para desatar el gran poder de la esperanza. Creyendo en nosotros mismos y en los demás de esta manera - y librando la difícil batalla interna para hacer de esto la base de nuestras acciones - podemos transformar una sociedad, que a veces parece estar cayendo en picada hacia la oscuridad, en un mundo humano e iluminado donde todas las personas sean tratadas con respeto.
Puede haber momentos en los que, enfrentando la cruda realidad, casi lleguemos a perder toda esperanza. Si no podemos sentir esperanza, es el momento de crear alguna. Podemos hacerlo excavando aún más profundamente en nuestro interior, buscando incluso un pequeño rayo de luz, la posibilidad de una forma de comenzar a atravesar la dificultad que tenemos ante nosotros. Y nuestra capacidad para la esperanza en realidad puede ser ampliada y fortalecida por las circunstancias difíciles. La esperanza que no ha sido puesta a prueba no es más que un frágil sueño. La esperanza comienza a partir de este desafío, este esfuerzo por alcanzar un ideal, por distante que parezca.
Es mucho mejor perseguir un objetivo lejano, incluso aparentemente imposible, antes que privarnos a nosotros mismos del impulso que dichos objetivos pueden proporcionarnos. Creo que la mayor tragedia en la vida no es la muerte física. Más bien, es la muerte espiritual de la pérdida de la esperanza, renunciando a nuestras propias posibilidades de crecimiento.
Mi mentor, Josei Toda, escribió una vez: "Estudiando a las grandes personas del pasado, encontramos que se mantuvieron invictos ante las dificultades y los embates de la vida. Se aferraron a esperanzas que parecían meros sueños fantásticos para otras personas. No permitieron que nada los detuviera o los desalentara en la realización de sus aspiraciones. Estoy convencido que la razón de esto es que sus propias esperanzas no estaban dirigidas hacia la realización de sus deseos personales o sus propios intereses, sino que se basaban en el deseo por la felicidad de todas las personas, y esto los llenó de extraordinaria convicción y confianza ".
Aquí se refirió a una verdad de crucial importancia: la verdadera esperanza se encuentra en comprometernos a nosotros mismo en sueños y metas vastos - sueños como el de un mundo sin guerra y sin violencia, un mundo donde todos puedan vivir con dignidad.
Los problemas que enfrenta nuestro mundo son sobrecogedores en su profundidad y complejidad. A veces puede ser difícil ver de dónde o cómo comenzar. Pero no podemos paralizarnos por la desesperación. Cada uno de nosotros debe accionar hacia los objetivos que nos hemos fijado y en los que creemos. En lugar de aceptar pasivamente las cosas como son, debemos embarcarnos en el reto de crear una nueva realidad. La esperanza verdadera e imperecedera se encuentra en este esfuerzo.
Daisaku Ikeda es el presidente de la Soka Gakkai Internacional. Una versión más larga de este ensayo apareció por primera vez en Hold Hope, Wage Peace (2005) editado por David Krieger y Carah Ong, disponible en www.wagingpeace.org.
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Este blog tiene como único fin presentar artículos traducidos al español públicados por la Soka Gakkai Internacional y/o Daisaku Ikeda, Presidente de dicha organización. Este espacio no publica ni produce contenidos propios, solo es un intento de hacer llegar a hispanoparlantes los contenidos publicados por dicha organización originalmente en inglés. En cada artículo traducido, se incluirá la referencia al artículo original para que pueda constatarse el origen de dicha información.
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