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Este blog tiene como único fin presentar artículos traducidos al español públicados por la Soka Gakkai Internacional y/o Daisaku Ikeda, Presidente de dicha organización. Este espacio no publica ni produce contenidos propios, solo es un intento de hacer llegar a hispanoparlantes los contenidos publicados por dicha organización originalmente en inglés. En cada artículo traducido, se incluirá la referencia al artículo original para que pueda constatarse el origen de dicha información.

viernes, 25 de abril de 2014

Sobrellevando la Pérdida, por Daisaku Ikeda

Artículo publicado en http://www.ikedaquotes.org/stories/coping-with-loss.html

La impermanencia de la vida es un hecho ineludible. Sin embargo, aunque teóricamente sabemos que cada momento de la vida puede ser el último, es muy difícil realmente vivir y actuar, en un nivel práctico, basados en esa creencia. La mayoría de nosotros tendemos a pensar que siempre habrá una nueva oportunidad de encontrarnos y hablar con nuestros amigos o parientes, así que no importa si algunas cosas quedan sin decir.

Pero cada vez que me encuentro con alguien, trato de explayarme con esa persona todo lo posible, ya que puede ser nuestro último encuentro. Nunca dejo espacio para el arrepentimiento, con el objetivo de concentrar todo mi ser en cada momento.

El Budismo identifica el dolor de la despedida de nuestros seres queridos como uno de los sufrimientos inevitables de la vida. Sin duda, es cierto que no podemos evitar experimentar la tristeza de la separación en esta vida.

El Buda Shakyamuni, que vivió en la India hace más de 2.000 años, perdió a su madre cuando tenía sólo una semana de vida. Al crecer, él siempre se preguntaba: "¿Por qué mi madre murió? ¿Adónde se fue? ¿Dónde puedo ir a encontrarme con ella? ¿Qué es esta cosa de la muerte que me ha robado a mi madre? ¿Qué es la vida, después de todo? ".

Su dolor por la pérdida de su madre se convirtió en una poderosa fuerza motriz que le permitió tener una profunda compasión por los demás y buscar la verdad de la vida.

Un día conoció a una mujer cuyo hijo había muerto; ella vagaba alrededor en un desconsolado aturdimiento con el pequeño cuerpo apretado contra el suyo. "Por favor, dame un poco de medicina para salvar a mi bebé", le rogó a Shakyamuni, con los ojos enrojecidos por las lágrimas.

Él sabía que no podía hacer nada por el niño, pero de alguna manera quería animarla. Él le dijo que fuera a pedir algunas semillas de amapola para que pudiera hacer la medicina, pero que sólo aceptase las semillas de amapola de familias que nunca hubiesen conocido el duelo.

La mujer salió corriendo a la ciudad y pidió en todos los hogares. Pero aunque muchos tenían semillas de amapola, no había una sola casa en la que nunca hubiese habido una muerte. La madre angustiada gradualmente llegó a darse cuenta de que cada familia vivía con la tristeza de la pérdida de sus seres queridos, oculta en silencio en algún lugar de su corazón. A través de esta experiencia se dio cuenta que no estaba sola en sus sentimientos de duelo.

Probablemente no haya palabras que puedan sanar el corazón de una madre que ha perdido a su hijo. Alguien verdaderamente sabio, al encontrarse con una mujer cuyo hijo ha muerto, simplemente puede sentarse a su lado, y quedarse allí sin decir una palabra. Incluso si no hay intercambio de palabras, se harán sentir los ecos cálidos de la preocupación en lo más profundo de la vida de esa persona.

En la perspectiva Budista, los lazos que vinculan a las personas no son solo una cuestión de esta vida. Y es debido a que los que han muerto de alguna manera viven dentro de nosotros: nuestra felicidad, naturalmente, es compartida con aquellos que han fallecido. Por lo tanto, lo más importante para aquellos que aún estamos vivos es vivir con esperanza y esforzarnos por ser felices.

Al ser felices nosotros mismos, podemos enviar "olas" invisibles de felicidad a aquellos que han fallecido. Pero si nos dejamos vencer por la tristeza, el difunto también siente este dolor, ya que estamos siempre juntos, inseparablemente.

Cuando conocí a Sonia Gandhi, viuda del primer ministro indio Rajiv Gandhi, no mucho tiempo después de la trágica muerte de su marido, le dije a ella: "Las vidas de aquellos que han sufrido la mayor tragedia, resplandecen con la mayor brillantez. Por favor, convierta su destino en una fuente de gran valor. Si está triste, su marido se afligirá con usted. Y si se pone de pie con una sonrisa, su marido también será feliz".

Una persona que afronta una gran tragedia, naturalmente se sentirá pérdida en cuanto a qué hacer con su vida. Creo que uno tiene que decidir si desea conservar su espíritu y seguir viviendo con todas sus fuerzas, o si dejara que lo rompa la desilusión.

Hay muchos ejemplos de personas que han perdido a su madre o a su padre a temprana edad y que han logrado grandes cosas. Mi amigo Oswald Mbuyiseni Mtshali, un famoso poeta sudafricano, una vez me dijo que el primer poema que escribió fue a su madre. Me dijo: “La muerte de mi madre fue un gran shock para mí, tan grande que casi no podía recuperarme de ella. Me tomó mucho tiempo superarlo. Pero con el tiempo me di cuenta de algo: Cualquiera que fuese la fuerza que tenía, era algo que mi madre me había dado, algo que ella me había dejado. Las palabras de mi madre estaban vivas en mí; mi madre vivía dentro de mí. Cuando me di cuenta de eso, espontáneamente brotó un poema para mi madre de lo más profundo de mi corazón”.

A través de la lucha por superar el dolor y la tristeza que acompañan a la muerte, nos hacemos más conscientes de la dignidad de la vida y podemos llegar a compartir los sufrimientos de otros como propios.

La Biblioteca de la Universidad de Harvard, fue donada por una mujer que perdió a su hijo en el trágico hundimiento del Titanic en 1912. Su hijo, Harry Elkins Widener, que murió a la edad de veintisiete años, era un graduado de Harvard que tenía una pasión por la lectura y había acumulado muchos libros. De hecho, él acababa de terminar un viaje para comprar libros en Londres cuando abordó el Titanic junto a su madre y su padre.

Harry era un hijo cariñoso con su madre, un joven valiente y heroico. Al ver a su madre a salvo en el bote salvavidas, él se quedó con su padre en el barco que se hundía. La colección de más de tres mil libros valiosos que ya había acumulado quedó en manos de la Universidad de Harvard, pero no había ningún lugar donde ponerlos. Esto llevó a su madre a donar grandes sumas de dinero para que se pudiera construir una biblioteca. Nacido de esta tragedia, llegó un regalo invaluable para un sinnúmero de estudiantes.

Aquellos que pueden superar el dolor y seguir viviendo con fortaleza y coraje merecen respeto. Admiro mucho a quienes pueden superar su sufrimiento personal y dejar un legado de valor para las generaciones futuras.

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