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Este blog tiene como único fin presentar artículos traducidos al español públicados por la Soka Gakkai Internacional y/o Daisaku Ikeda, Presidente de dicha organización. Este espacio no publica ni produce contenidos propios, solo es un intento de hacer llegar a hispanoparlantes los contenidos publicados por dicha organización originalmente en inglés. En cada artículo traducido, se incluirá la referencia al artículo original para que pueda constatarse el origen de dicha información.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Adolfo Pérez Esquivel: En la Faz de la Injusticia, por Daisaku Ikeda

Artículo Publicado en http://www.sgiquarterly.org/global2008Oct-1.html

Daisaku Ikeda con el Dr. Pérez Esquivel 
y su esposa Amanda Guerreño en Tokio, 
diciembre de 1995
"Bajo la dictadura militar Argentina (1976-1983), 30.000 personas fueron asesinadas. Fueron secuestradas y torturadas hasta la muerte". Los estudiantes de la Universidad Soka de Tokio escuchan la traducción de este apasionado testimonio del Dr. Adolfo Pérez Esquivel, en junio de 1994. ¿Podría algo tan terrible haber tenido lugar en los tiempos que corren? Incluso para aquellos que estaban al tanto de esta tragedia, las palabras de alguien que lo había experimentado fueron impactantes.

"Por supuesto, los 30.000 no fueron asesinados todos a la vez. Desaparecieron de a uno o dos a la vez. Y cuando el número de víctimas se elevó a cinco, diez, cien, no hubo un grito de protesta por parte de la sociedad. Y esa es la razón por la cual 30.000 personas murieron".

Un marido, una esposa, un niño simplemente desaparecerían un día. Las autoridades militares eran muy astutas a la hora de hacer que las personas aparentaran desvanecerse sin dejar rastro. En la actualidad, siendo que ya ningún país puede darse el lujo de ignorar la opinión internacional, no es aceptable oprimir a la gente con demasiada ostentación. Pero, si se puede hacer que las personas consideradas problemáticas simplemente "desaparezcan" en silencio, sin llamar la atención, unos pocos a la vez, el gobierno puede negar fácilmente cualquier participación en el asunto. El secreto consiste en robar a los manifestantes su poder de resistencia, infligirles daños irreparables a ellos y su causa, sin importar cuando despiadado sean los medios.

El Premio Nobel de la Paz Dr. Pérez Esquivel ha escrito: "Las autoridades creían que tenían el poder de la vida y la muerte en sus manos... Las madres, abuelas y parientes una y otra vez a las puertas de las iglesias, las oficinas sindicales, los gobierno locales y nacionales [pidiéndoles ayuda para encontrar a sus seres queridos desaparecidos]. Pero la respuesta siempre era la misma: 'No tenemos idea de dónde están. Deben haber tenido alguna razón para desaparecer. No hay duda de que hicieron algo mal.' ".

Los desaparecidos, las víctimas, fueron desestimados simplemente como delincuentes, y los que no los conocía personalmente estaban dispuestos a creer esto. De hecho, se les hacía creer. El gobierno manipuló los medios de comunicación para impulsar ese mensaje en cada oportunidad. El Dr. Pérez Esquivel llama a esto el "cierre de la conciencia". El pueblo, al que le habían robado su espíritu de pensamiento crítico, se convenció de que la versión del gobierno era cierta. Como todo el mundo decía que los que habían desaparecido eran criminales, entonces debía ser verdad; debía haber una razón para su desaparición. En lugar de hablar de principios y de conciencia, decidieron permanecer en silencio, sin involucrarse.

Pero el Dr. Pérez Esquivel no pudo permanecer en silencio. Contactó a las familias de los desaparecidos, y marchó al frente de las manifestaciones de las madres que exigían el regreso de sus seres queridos. Ya en este momento, él estaba haciendo campaña activamente contra los abusos de los derechos humanos en toda América Latina. Como cristiano, sus creencias también lo llevaron a la conclusión de que la acción era el único camino posible para él.

En 1977 fue detenido repentinamente, sin una orden judicial o una audiencia. Fue arrojado en prisión, arrojado en un mundo de palabras violentas y actos violentos. Allí, el gobierno se despojaba del rostro falso que le mostraba al pueblo y su verdadera brutalidad se revelaba en su forma más cruda. Su celda era muy pequeña, apenas lo suficientemente grande como para que él diera cuatro pasos. Hacía mucho frío. Intentó protegerse del viento y la lluvia, cubriendo los cristales faltantes de las ventanas con periódico viejo y abofeteándose a sí mismo para mantener el calor, pero dormir era imposible. Aún peor, sus carceleros le despertaban cada dos horas.

El único objetivo era destruir a los resistentes, física y mentalmente. Un carcelero le dijo: "Aquí solo eres un convicto. Ni Dios puede ayudarte". Algunos presos tenían quemaduras de cigarrillos en todo el cuerpo. A otros les habían quedado marcas permanentes que les cruzaban la cara por verse obligados a llevar los ojos vendados por largos períodos. Muchos sufrieron daño psicológico duradero. El Dr. Pérez Esquivel fue sometido a tortura de electrochoque. Durante todo esto, constantemente se decía a sí mismo que no debía ser derrotado, tomando la resolución de resistir y ser fuerte.

En nuestro encuentro en Tokio en diciembre de 1995, el Dr. Pérez Esquivel me contó: "En la cárcel, gané la fortaleza para sobrevivir en condiciones extremas, la fuerza para resistir. Esa fortaleza es la fuerza mental y espiritual. En la cárcel, se niega la libertad física. Pero la mente está libre. La mente no puede ser encarcelada".

Sostenido por la oración, soportó su vida en prisión. Lo más difícil de soportar era el sonido de otros siendo golpeados, sus continuos gritos de dolor y angustia. Las autoridades no tenían oídos para el sufrimiento humano; veían a sus prisioneros como números sin rostro.

Cuán peligrosa es una sociedad que ha perdido todo sentido de lo correcto y lo incorrecto

En cada oportunidad, el Dr. Pérez Esquivel exhortó a los jóvenes a no ser espectadores. Los instó a participar, a convertirse en los protagonistas del drama humano que se desarrolla a su alrededor. Los desafió a ser forjadores de la historia, a tener el discernimiento crítico para detectar las injusticias cuando se producen, a actuar y forjar apoyo y unidad entre las personas.


Alzar la voz

“La conciencia social es importante”, dice; “debemos rebelarnos contra la injusticia”. ¡Cuán cierto! ¡Cuando se arroja piedras a la gente buena, cuando se pisotean los derechos de las personas honestas y trabajadoras, debemos enojarnos! ¡Cuando cualquier persona en cualquier lugar del mundo discrimina a otra, hay que arder de indignación! ¡Todas las buenas personas deben sentir rabia contra la injusticia! ¡Levanten sus voces! ¡Ahoguen las mentiras de los altavoces de los opresores con un rotundo "No"! Nada es más conveniente para las autoridades que la apatía de la gente, su sentimiento de impotencia y su aceptación de las violaciones de los derechos humanos.

A través de sus sufrimientos en la cárcel, el Doctor Pérez Esquivel adquirió una profunda comprensión personal de los sentimientos del Dr. Martin Luther King, Jr., quien dijo que el silencio pasmoso de la gente buena es tan dañino como las palabras de odio y los actos de los malos. Cuando la apatía moral se extiende por toda la sociedad, cuando las personas no quieren involucrarse, las malas personas son libres de hacer lo que les plazca. Como resultado, las buenas personas que se quedan en el silencio y la apatía se convierten en cómplices de sus crímenes.

Una sola persona que reivindica la causa de la justicia, que defiende lo que es correcto, es más poderosa que las masas apáticas.

El Dr. Pérez Esquivel es un escultor y pintor muy aclamado. Él siempre ha creído que un artista es alguien que siente la alegría, la tristeza y el sufrimiento de la gente y les da voz y forma.

Les comenté a él y a su esposa, Amanda Guerreño, música: "Si ustedes dos simplemente hubiesen continuado como meros artistas, sus vidas podrían haber sido tranquila y pacífica. Pero se atrevieron a arriesgar su suerte en la lucha por los derechos humanos. Se pusieron de pie para salvar a los que estaban sufriendo. Cuando uno se levanta por una causa, uno se expone a la crítica y al ataque. Sabiendo esto, aun así ustedes decidieron recorrer el camino espinoso. ¡Qué vida tan magnífica han llevado! Una vida dedicada a la lucha contra la opresión brilla como el oro".

En 1980, el Dr. Pérez Esquivel recibió el Premio Nobel de la Paz. Esto le dio un enorme impulso positivo a la lucha por los derechos humanos en todo el mundo. Yo le pregunté: "¿No fueron las autoridades militares que lo habían perseguido los más disgustados por su premio?". "Puede estar seguro de que sí", respondió. "Ellos se opusieron y protestaron por el premio más que nadie". Señaló que los medios de comunicación de Argentina guardaron silencio sobre el verdadero mérito de sus actividades y el reconocimiento internacional que había recibido; si escribían sobre él, era para distorsionar los hechos.

El día que dejó Japón, el Dr. Pérez Esquivel me envió un mensaje: "Cuando alguien en quien tengo mucha fe es atacado, insultado y perseguido, no le digo nada. Pero cuando esa persona deja de ser criticada, entonces expreso mi insatisfacción, porque eso significa que ha renunciado a la lucha. Hay un pasaje en la novela clásica de Cervantes ‘Don Quijote de la Mancha’, donde se observa que cuando los perros ladran, es señal que cabalgamos".

Estas son, de hecho, palabras inspiradoras, provenientes de un comprometido cruzado por la justicia.



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