El siguiente es un extracto de un discurso pronunciado por el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, el 18 de abril de 1974, en la cuarta ceremonia de apertura de la Universidad Soka, Tokio, por él fundada.
Los momentos en los que más intensamente he sentido y experimentado la realidad interna de la creación, han sido los momentos en que me he lanzado de lleno en una tarea, cuando he llevado a cabo esa tarea hasta el final. En esos momentos, experimento un espectacularmente ampliado sentido de mí mismo. Casi puedo oír el jubiloso grito de victoria que sale de lo más profundo de mi ser.
Esta sensación de plenitud y alegría es la cristalización de todo el esfuerzo, cada gota de sudor, cada lágrima gastada para llegar a ese momento. La creatividad inherente de la vida, su vitalidad dinámica, es traída a la superficie sólo a través de los esfuerzos denodados de una vida de acción consistente.
Esta forma de vivir se encontrará con tormentas y fuertes lluvias, tiempos de aparente derrota. Pero la esencia creativa de la vida nunca es aplasta o vencida por este tipo de cosas. Se sustenta en el conocimiento del brillante arco iris que eventualmente se extenderá a través toda la extensión interna de tu ser.
La indulgencia y la indolencia no producen nada creativo. Las quejas y las evasiones reflejan un espíritu cobarde; corrompen y socavan el natural impulso creativo de la vida. Cuando la vida se despoja de la voluntad de luchar creativamente, se hunde en un estado de destrucción infernal dirigido a todo lo que vive.
No olvides ni por un instante el esfuerzo de renovar tu vida, de reconstruirte a ti mismo. Ser creativo implica empujar la pesada, chirriante puerta de la vida misma. Esto no es una tarea fácil. De hecho, puede ser la lucha más severamente difícil que hay. Abrir la puerta de tu propia vida es en definitiva más difícil que abrir la puerta de todos los misterios del universo.
Pero hacerlo es reivindicar tu existencia como ser humano. Aún más, es la forma de existencia que está auténticamente en sintonía con las verdades más íntimas de la vida misma; nos hace dignos del don de la vida.
No existe ninguna forma de vida más desolada o más lamentable que aquella que ignora la alegría fundamental surgida en la lucha por generar y regenerar la propia vida desde el interior. Ser humano es mucho más que los meros hechos biológicos de la posición erecta y el ejercicio de la razón y la inteligencia. El significado pleno y genuino de nuestra humanidad se encuentra en el aprovechamiento de las fuentes creativas de la vida misma.
La lucha para crear una nueva vida desde adentro es algo verdaderamente maravilloso. Allí se encuentra la brillante sabiduría que guía y dirige el funcionamiento de la razón; la luz de una visión que penetra en los más lejanos confines del universo; la voluntad indomable por hacer que la justicia se cumple y que desafía a todos los asaltos del mal; el espíritu de asistencia ilimitada que abarca todos los que sufren. Cuando éstos se fusionan con la energía de la compasión que brota de las fuentes más profundas de la vida cósmica, un ritmo de éxtasis surge para dar color a la vida de todas las personas.
Al enfrentar diferentes pruebas y dificultades, pulirán las múltiples facetas de la joya que es la vida, y aprenderán a caminar la senda suprema de la humanidad. Estoy seguro de eso, y estoy seguro también de que los que abrazan la creatividad innata de la vida están ahora de pie, y continuarán estando de pie en la vanguardia de la historia. Llevar la creatividad de la vida a su máximo florecimiento es la tarea de la Revolución Humana. La realización de este tipo de Revolución Humana es su misión ahora, y lo será a lo largo de sus vidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario