¡Qué maravilloso despliegue de talento vocal: altas voces que parecían perforar los cielos; voces rotundas y profundas que sacudían la tierra! Esa noche de otoño en 1986, cada miembro de la audiencia fue invitado a un maravilloso banquete vocal.
La voz es una cosa misteriosa. Comunica mucho más que solo palabras. He conocido a mucha gente en mi vida, y de hecho es cierto que cada persona tiene una calidad vocal y una forma de hablar únicas. La forma en que hablamos, nuestro tono vocal y hábitos individuales, están íntimamente relacionados con nuestra personalidad y carácter. Hay voces cálidas y voces frías; voces fuertes y débiles; voces lustrosas y brillantes; voces ricas y llenas; voces pesadas y profundas. Las mismas palabras pueden ser convincentes cuando son pronunciadas por una voz, o sonar huecas cuando son pronunciadas por otra.
La voz es un espejo de nuestro ser, de nuestra condición de vida. También se ve inmediatamente afectada por los cambios sutiles en nuestro estado físico o mental. T'ien-t'ai, maestro budista chino del siglo VI, decía que el médico inferior toma el pulso, el médico ordinario observa el color del paciente, y el médico superior escucha la voz del paciente.
Nuestras voces somos nosotros mismos.
La voz está viva. Eso es lo que le da el poder de mover y agitar otras vidas. El sentimiento en una voz entra por los oídos, "la puerta de entrada al espíritu", viaja profundamente en el corazón, despierta y estimula las reacciones, las cuales se manifiestan como acciones. En japonés, las palabras para "cantar" (utau) y "apelar, alcanzar" (uttau) tienen la misma raíz. Cuando nos acercamos a los demás, la distancia entre dos corazones se estrecha, y nos sentimos confortados. La voz tiene el poder de transformar la vida desde el interior, fortalecerla y purificarla. Es por eso que la música ha sido una parte integral de la religión y la medicina desde los primeros tiempos. En el antiguo Egipto, la música era conocida como la "medicina del alma".
En realidad, usar nuestra voz es aún mejor para nuestra salud que solo escuchar. Vocalizar nos da energía. Estimula nuestro cerebro y mejora nuestra respiración y circulación. Se ha reconocido que el uso de la voz contribuye a la prevención del envejecimiento y la senilidad.
En Japón, es común decir que en los deportes ganas con tu voz; gritar alentando con entusiasmo mientras juegas te inspiran a ti y a tus compañeros de equipo para alcanzar la victoria; cuando caes en el silencio, a menudo es una señal de que te has dado por vencido y probablemente te dirijas a la derrota. Lo mismo puede decirse de la vida en general.
Carmen (September 1986) [Min-On] |
Si suprimimos nuestro ser, nos tragamos lo que hay que decir, manteniéndolo adentro, y nos preocupamos demasiado sobre lo que otros piensen, no encontraremos nuestra verdadera voz, nuestra voz natural. Si permitimos que nuestra voz sea suprimida, si adoptamos una voz obsecuente, una voz falsa, realmente olvidaremos nuestra propia voz y, trágicamente, nos perderemos a nosotros mismos en el proceso. Una sociedad que suprime a las voces honestas y francas no puede progresar en términos humanos.
Los grandes cantantes son capaces de crear la ilusión de que están cantando a cada miembro de la audiencia individualmente, abriendo un canal de comunicación privada entre cantante y oyente. Además de Turandot, la Royal Opera representó la obra Carmen de Bizet en su gira por Japón en 1986. Agnes Baltsa tomó el papel principal de Carmen, con el tenor José Carreras actuando en contrapunto. La presentación fue patrocinada por la Asociación de Conciertos Min-On. Carreras es uno de los tenores más reconocidos del mundo. Él ha dicho: "Tenemos muchos buenos cantantes, pero la mayoría de ellos no tienen la capacidad de utilizar sus voces para mostrar emoción y despertar los sentimientos de la audiencia". La técnica, por supuesto, es muy importante, pero no es suficiente. "Cantar desde el alma", dice Carreras, es lo que distingue a los grandes de los buenos.
Carreras fue golpeado por una leucemia aguda en 1987, justo un año después de su actuación en Japón. Tenía sólo 40 años de edad. Incluso con un trasplante de médula ósea, se le dio apenas un 20 por ciento de probabilidades de supervivencia. Fue sometido a radioterapia, lo que le causó náuseas debilitantes. Sobrevivió a este terrible sufrimiento, dice, con la ayuda de la ópera; para animarse a sí mismo, murmuraba arias de sus óperas favoritas calladamente, y a veces sólo lo hacía mentalmente.
Agnes Baltsa y José Carreras en Carmen (septiembre de 1986). [Min-On] |
Había pensado mucho acerca de cómo finalizar su concierto, finalmente se decidió por "Nessun dorma" de Turandot. La famosa aria se cierra con las líneas: "Disípate, oh noche! ¡Tramontad, estrellas!… ¡Al alba, venceré! ¡Venceré! ¡Venceré!" Quería comunicar a su público la profunda lección que había aprendido: "Nunca perdí la esperanza de atravesar mi odisea con vida, y ahora enfrento al futuro con confianza. Hare lo que deba hacerse, no me dejaré intimidar". Mientras cantaba, rezó para que su mensaje anidara en el corazón de cada persona en la audiencia, para que cada uno de ellos sintiese que su canción era también la de ellos.
¡Que se escuche mi voz!, pensó. ¡Déjenla alcanzar y tocar a todo el mundo aquí! ¡Que inspire valentía en todos ellos!
¡Que todo el mundo cante! ¡Que todos decidan con orgullo hacer sus vidas finalmente victoriosas!
Y en ese momento milagroso, la voz de la actuación en el escenario y la voz de una vida de lucha se unieron como una sola.
Gracias infinitas por publicar este artículo y la experiencia de Carreras.
ResponderEliminarGrandioso. Gracias mil.